Geografía e Historia: marzo 2011

La joven Isabel, retrato de 1547 aproximadamente.

La vida de Isabel I de Inglaterra es apasionante. Su infancia fue aún más trágica que la de su hermana, María.

Hija de Enrique VIII y su segunda esposa, Ana Bolena, fue declarada ilegítima y eliminada de la línea sucesoria tras la ejecución de su madre. Gracias a la intercesión de Catalina Parr, última de las esposas de su padre, tanto ella como su hermana María fueron reconocidas de nuevo e incorporadas a la línea sucesoria después de su medio hermano Eduardo.

Se dice que la relación con Eduardo fue buena, si bien con María existían fricciones provocadas por motivos religiosos. Estas fricciones hicieron que fuera encerrada durante el reinado de su hermana, acusada de conspiración, pero nunca llegó a ser condenada.

Tras la muerte de María, en 1558 accedió al trono de una de las principales potencias Europeas, pero el estado de Inglaterra era lamentable. Los conflictos religiosos, el mal estado de la Hacienda Pública y la inestabilidad política suponían un serio peligro para su corona.

Isabel I tras ser coronada reina de Inglaterra.

A pesar de la complicada situación, supo rodearse de excelentes consejeros y gobernar su reino algo más de cuarenta cuatro años, durante los cuales estableció las bases de la Iglesia Anglicana (lo hizo sobre las bases del Acta de Supremacía, dictada en su momento por Enrique VIII, que completó con el Acta de uniformidad de 1559 y los Treinta y nueve artículos de 1563), saneó las finanzas del reino, impulsó cierto desarrollo industrial y atendió con leyes especiales las necesidades de los campesinos pobres. Durante su reinado, Inglaterra experimentó un notable renacimiento cultural y artístico, cuyos mejores exponentes fueron la proliferación de teatros populares y el altísimo nivel de la producción dramática, con dramaturgos de la talla de William Shakespeare. Felipe II le propuso matrimonio, pero ella declinó su oferta. Aunque se llevaron a cabo varias negociaciones con casas reales europeas, finalmente Isabel decidió permanecer soltera, lo que le valió el apodo de "Reina Virgen" y fue el motivo por el que el primer territorio inglés en Norteamérica recibió el nombre de Virginia en su honor. Las relaciones con las potencias europeas fueron pacíficas con Francia y de abierta competencia con España, para lo que apoyó a los rebeldes holandeses y autorizó los ataques piratas en el Atlántico a los galeones españoles que formaban las flota de Indias. La tensión entre Inglaterra y España alcanzó su punto culminante en 1587, cuando las dos potencias se declararon la guerra. Ese mismo año Isabel I de Inglaterra, no sin reparos, hizo ejecutar a la reina de Escocia María Estuardo, ante el temor de que sus derechos sucesorios alentaran una conspiración católica. El triunfo de la flota inglesa sobre la Armada Invencible enviada por Felipe II al año siguiente dio a Inglaterra la supremacía marítima.

Murió en 1603 en palacio de Richmond, a los 69 años de edad, siendo enterrada en la abadía de Westminster, al lado de su hermana María I. Sobre sus tumbas se puede leer la siguiente inscripción: “Compañeras en el trono y la tumba, aquí descansan dos hermanas, Isabel y María, en la esperanza de una resurrección”. Volvía a abrirse el problema sucesorio que tantos quebraderos de cabeza había dado a Enrique VIII. Teóricamente los herederos de Isabel tenían que ser los descendientes de María Tudor, duquesa de Suffolk, hermana menor de Enrique. Sin embargo, el único descendiente con capacidad para reclamar la corona era el hijo de su prima María I Estuardo (exactamente la misma a la que había ordenado decapitar). A las pocas horas de morir Isabel, Jacobo VI de Escocia ascendió al trono como Jacobo I de Inglaterra.