viernes, 27 de mayo de 2016

El joyel de los Austrias.



El fallecimiento hace pocos años de Elizabeth Taylor volvió a poner de moda una de las joyas más apreciadas por la actriz, la perla llamada "la Peregrina". El atractivo de esta pieza, más allá de su belleza y gran tamaño, es que perteneció al rey Felipe II, que la entregó a sus sucesivas esposas y con la que la mayor parte de las reinas de la monarquía hispánica aparecen retratadas.


Esta enorme perla fue encontrada en aguas de Panamá y adquirida por Felipe II. Se incorporó a un joyel formado un enorme diamante, que era llamado "el Estanque" por el inusual color acerado que poseía. La Peregrina se podía separar del joyel y lucirse por separado si la reina lo deseaba.



La reina Ana de Austria (biografía), esposa de Felipe II, con el joyel de los Austrias.


Fue una de las joyas más conocidas de los Austrias, pero salió de España junto con otras joyas de los monarcas españoles robadas por los franceses. No se volvió a saber nada del diamante, pero la Peregrina fue vendida sucesivas veces hasta que, en 1969, la corona española intentó recuperarla en una subasta. Su elevado precio se lo impidió y fue el actor Richard Burton el que se hizo con ella y se la regaló a la que ha sido su última propietaria, Elizabeth Taylor.



Elizabeth Taylor luciendo la Peregrina engarzada en un collar junto con diamantes y rubíes.






jueves, 26 de mayo de 2016

Las cuatro esposas de Felipe II.

La historia conyugal de Felipe II es trágica. Tuvo cuatro esposas, pero ninguna de ellas le sobrevivió. También vio morir a sus hijos con la excepción de la infanta Isabel Clara Eugenia y su heredero, Felipe.


María Manuela de Portugal, su primera esposa, fue quien daría a luz al infante Carlos (el que se golpeó la cabeza tras por las escaleras persiguiendo a una dama, al que hicieron pasar la noche con la momia de San Diego de Alcalá para salvar su vida, el que hizo a un zapatero tragarse las botas que no le quedaban bien, quien lanzó a un cortesano por la ventana, amenazó al Gran III Duque de Alba, e, incluso, el mismo que pensó en matar a su padre). María Manuela era prima de Felipe por partida doble, hija de Catalina de Austria (su tía paterna) y de Juan III de Portugal (nieto de los Reyes Católicos y tío materno). Con ella casó, todavía príncipe, a los dieciséis años.




María Tudor, hija de una tía-abuela de Felipe II, Catalina de Aragón y Enrique VIII. De haber tenido un heredero la historia de Europa hubiese tomado derroteros diferentes… pero no ocurrió por la mala salud de la reina, por el poco tiempo que convivieron y porque cuatro años después de la boda murió.



Isabel I de Inglaterra, no llegó a ser su mujer, pero porque ella no quiso.

Isabel de Valois se casó con Felipe II tras la batalla de San Quintín y la paz de Cateau-Cambresis firmada con Francia. Su matrimonio comenzó con mal agüero, puesto que su padre, el rey francés Enrique II murió  por las heridas recibidas en el torneo que celebraba la boda de su hija.
En un principio iba a ser casada con el infante Carlos (sí, el de antes), pero una vez viudo Felipe II los planes se trastocaron y éste la tomó por esposa.
Tras un aborto tuvo a su primera hija, la llamó Isabel Clara Eugenia, y después a Catalina Michaela. Un último embarazo debilitó su salud, muriendo tras dar a luz a un feto muerto. Dicen que fue la única esposa de la que estuvo realmente enamorado Felipe II y sus dos hijas fueron muy estimadas por el rey.



Ana de Austria fue un caso aparte, sin más. Sus abuelos varones, por parte de madre y padre, fueron Carlos I de España y su hermano, Fernando de Habsburgo; luego sus bisabuelos (¡¡¡por ambas partes!!!), fueron Felipe el “Hermoso” y Juana la “Loca”. Su madre era María de Austria… tía de Felipe II. Viendo este cotarro de familiares, entrecruces, os lo resumo en lo siguiente: el papa Pío V no quería dar su aprobación para este matrimonio por los numerosos lazos de consanguinidad. Pero finalmente, como sucede con los asuntos de poder, dio una dispensa para que el matrimonio fuera posible. La pareja respondió de la mejor de las maneras: no decepcionando al Papa. Llegaron a tener siete hijos: Fernando, Carlos Lorenzo, Diego Félix, Felipe, María y dos fallecidos nonnatos. Pero solamente Felipe (III), el de la “Pax hispaniae”, sobreviría al resto y a él le sería concedida la corona del “Imperio” (el de las colonias, no el Sacro Romano Germánico).

Por si no os habéis fijado, todos estos retratos (menos el de Isabel I Tudor, claro) representan a las reinas adornadas con el joyel de los Austrias.

Texto adaptado de: Historiadores histéricos.

Fuente de las imágenes:






miércoles, 25 de mayo de 2016

María Tudor.



María Tudor, adornada con el joyel de los Austrias.


Ya conocemos a Catalina de Aragón a Enrique VIII y parte de la triste historia de la hija de ambos, María (nacida en 1516 y reina desde 1553 hasta su muerte en 1558).



María fue una niña precoz que recibió una esmerada educación. Pero su padre no se atrevió a hacerla heredera y sufrió numerosas vicisitudes a lo largo de su vida por este motivo. Tras la nulidad matrimonial de sus padres, fue declarada ilegítima, expulsada de la corte y de la línea sucesoria y se le impidió que acompañase a su madre durante la enfermedad que le causó la muerte.




La muerte de la tercera esposa del rey, Juana Seymour, hizo que su padre se acercase a ella, concediéndole algunos privilegios y la posibilidad de tener su propio palacio y más sirvientes. Fue Catalina Parr, la última esposa, la que consiguió reconciliar definitivamente a María con su padre y que éste la incluyese tanto a ella como a su medio hermana Isabel en la línea sucesoria tras el medio hermano de ambas, Eduardo.


Eduardo VI excluyó a ambas hermanas de la línea dinástica, nombrando como heredera en el caso de fallecer sin descendencia a Jane Grey. La mala salud del ansiado hijo varón de Enrique VIII le permitió reinar apenas seis años, pero la lejana pariente Jane Grey no contaba con apoyo popular, por lo que su reinado fue aún más corto, tan sólo nueve días.


María llegó al poder con el apoyo de su pueblo, pero las duras medidas tomadas para reimponer el catolicismo en Inglaterra terminaron haciéndola muy impopular, recibiendo el nombre de "Bloody Mary", María la Sanguinaria.




María Tudor y su esposo Felipe.




Como su padre no había concertado su boda, estaba soltera a pesar de sus treinta y siete años, por lo que decidió buscar esposo con el que asegurar su descendencia. El elegido fue el joven Felipe, hijo del emperadador Carlos V y futuro Felipe II. Pero el matrimonio no tuvo hijos, lo que llevó a que, tras su muerte, le sucediera su hermana Isabel I. Su viudo intentó casarse con Isabel, pero ésta le rechazó.




Fue enterrada en la abadía de Westminster. Su hermana Isabel ordenó ser enterrada a su lado y que sobre sus tumbas figurase la siguiente inscripción: “Compañeras en el trono y la tumba, aquí descansan dos hermanas, Isabel y María, en la esperanza de una resurrección”.


http://destylou-historia.blogspot.com/2010/07/maria-tudor-la-sangrienta-maria.html

martes, 24 de mayo de 2016

Enrique VIII y sus seis esposas.

Enrique VIII llegó al trono gracias a la mala salud de Arturo, su hermano mayor. Éste era el heredero al trono, pero tras su fallecimiento Enrique recibió el título de Príncipe de Gales que ostentan todos los herederos al trono inglés y se casó con la viuda de su hermano, Catalina de Aragón.

Enrique VIII fue un monarca enérgico, autoritario y aficionado tanto a la música y la cultura como a las fiestas, la caza y las diversiones. Aunque en su juventud era descrito como un joven muy apuesto, durante sus últimos años sufrió las consecuencias de sus excesos gastronómicos, padeciendo grandes dolores por la gota y heridas en la piernas que no curaban bien. Además, su mala alimentación le provocó obesidad, varices y escorbuto.




Enrique era hijo de Enrique VII Tudor, perteneciente a una rama secundaria de la casa de Lancaster, y de Isabel de York. Esta alianza matrimonial supuso el fin de la guerra de las Dos Rosas, la rosa roja que representaba a los Lancaster y la rosa blanca de los York. Para simbolizar esta unión, ambas rosas pasaron a formar parte de la heráldica de los Tudor en forma de una rosa con una corola de pétalos rojos y otra interior de color blanco.



Enrique fortaleció el poder de la monarquía, pero la sucesión se convirtió en un verdadero problema para él. De todos los hijos que tuvo con Catalina sólo sobrevivió María, lo que supondría, muy probablemente, el final de la dinastía Tudor. Por este motivo, cuando fue evidente que Catalina ya no podría tener más hijos decidió anular su matrimonio y casarse con una mujer más joven que pudiera darle el ansiado hijo varón. No le fue fácil conseguir la nulidad matrimonial, el Papa se la negó por las presiones del emperador Carlos V (sobrino de Catalina, que guerreaba en el Sacro Imperio defendiendo el catolicismo y cuyas tropas habían saqueado Roma en 1525 ¡quién iba a enemistarse con él!) y su esposa también se negó a aceptarla puesto que esto suponía que la hija de ambos fuera considerada bastarda, algo insultante e inconcebible para Catalina.

Al comprender que el Papa nunca concedería la nulidad, Enrique rompió relaciones él, se autoproclamó cabeza de la Iglesia Anglicana e hizo que el arzobispo de Canterbury declarara nulo su matrimonio anterior y le casara con la noble inglesa Ana Bolena. Mientras, encerró a Catalina en el castillo de Kimbolton, donde vivió hasta su muerte entre estrecheces económicas y la pena de no poder ver a su hija.







Dicen que el monarca, aficionado a la música, compuso para su nueva esposa una canción, muy conocida en el mundo anglosajón, Greensleves (mangas verdes).



Pero este segundo matrimonio tampoco dio lugar al nacimiento del deseado varón. Como su esposa no poseía familiares influyentes en las familias reales europeas, el rey no dudó en acusarla de delitos probablemente falsos, juzgarla y ejecutarla para casarse después con Juana Seymour. Con Juana sí consiguió engendrar un hijo, el futuro Eduardo VI, pero ella muere poco después del parto. Así Enrique pudo casarse otras tres veces más, esta vez movido por intereses políticos y personales.

Con Ana de Cleves se casó para establecer una alianza con los protestantes. Como no le agradaba su esposa (parece ser que el retrato que Hans Holbein pintó de ella antes del enlace estaba hecho con mucha buena voluntad ¡y mucho "photoshop"!), disolvió su matrimonio (ella no se opuso ¡cómo hacerlo después de lo que había pasado con Catalina y con Ana Bolena!), para casarse con la joven Catalina Howard, una joven y hermosa muchacha que cometió la imprudencia de serle infiel... por lo que fue juzgada y ejecutada. Sus últimos años los pasó con su última mujer, Catalina Parr, la única de las seis que le sobrevivió.


Retrato de familia de Enrique VIII. En él aparecen, en el centro, el rey acompañado de una de sus esposas, Jane Seymour, y el hijo que tuvo con ella, Eduardo. A la izquierda se sitúa la princesa María, hija de Catalina de Aragón, y a la derecha la princesa Isabel, hija de Ana Bolena. De esta manera en el cuadro están presentes cuatro de los cinco reyes que componen la dinastía Tudor: Enrique VIII; Eduardo VI; María Tudor e Isabel I.

Fuente de las imágenes: http://www.canalpatrimonio.com/es/noticias/?iddoc=52893 http://www.ovejaselectricas.es/?p=797 http://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/enrique_viii.htm

lunes, 23 de mayo de 2016

Catalina, Infanta de Castilla y Aragón, Reina de Inglaterra.

Catalina de Aragón fue una de las princesas europeas más cultas de su época. Una reina que fue hija, madre y hermana de reinas, con una azarosa y novelesca vida.




Catalina de Trastámara y Trastámara era la hija menor de los Reyes Católicos y fue, por tanto, infanta de Aragón y Castilla. Suele llamársela más habitualmente Catalina de Aragón. Nació en Alcalá de Henares el dieciséis de diciembre de 1485 y murió en Kimbolton, Inglaterra, en 1536.





Recibió el nombre de Catalina en honor de su bisabuela, la princesa Catalina de Lancaster, y, como ella, era rubia y con los ojos claros.





Recibió una esmerada educación en la corte castellana, aprendiendo las lenguas romances de la Península Ibérica, francés, flamenco, inglés y, por supuesto, latín de la mano de los mejores intelectuales de la Península, además de artes como la danza y la música. Era una muchacha inteligente y de carácter firme.





Como sus hermanas Isabel, Juana o María, se casó muy joven con el heredero de uno de los principales tronos europeos, Arturo de Inglaterra en 1501. Pero su enfermizo esposo murió pocos meses después de la boda, en 1502. Pronto comenzaron las negociaciones para casarla de nuevo con el hermano de su difunto esposo, Enrique, el padre de ambos llegó a pensar en ser él el que la desposase puesto que estaba muy impresionado por su inteligencia y temperamento. La pobre Catalina tuvo que esperar nada menos que siete años en Inglaterra a que estas negociaciones llegaran a buen puerto (durante esta espera, llegó a pasar verdaderos apuros económicos). Tras la muerte de Enrique VII su hijo, con dieciocho años, llega al trono como Enrique VIII y toma como esposa a Catalina, que entonces tenía veintitrés, en 1509.





A pesar de ser un matrimonio de estado motivado por los intereses de sus respectivos reinos, todo indica que ambos se enamoraron sinceramente tras la boda. Enrique podía estar satisfecho, su esposa no sólo era una cariñosa y culta esposa con la que compartir sus aficiones a la música, la poesía y la literatura, era también una capaz estadista en la que confiaba la regencia cuando se ausentaba para combatir en el continente o para negociar con otros monarcas. Incluso llegó a acompañar en persona las tropas de reserva que sofocaron un ataque escocés durante una de las ausencias del rey en 1512.





Fue una reina muy querida por los ingleses, que siempre la respetaron y admiraron aún mucho después de su muerte.





Pero tras más de diez años de feliz matrimonio, el problema sucesorio comenzó a preocupar a Enrique VIII. De todos los hijos tenidos con Catalina sólo sobrevivió la princesa María. Los dos varones tenidos con ella murieron al poco de nacer. Aunque Catalina defendía a María como heredera al trono (¿cómo podría ser de otra manera habiendo conocido a una excelente reina como su madre, Isabel la Católica?), Enrique temía que por ser mujer los nobles no la aceptasen de buen grado e iniciasen una sangrienta guerra civil en un loco intento por conseguir el trono.





Este problema sucesorio llegó a obsesionar a Enrique, que decidió divorciarse en 1527 de Catalina para casarse después con una mujer más joven que pudiera darle más hijos y conseguir así el ansiado varón. Pero las cosas no eran tan fáciles, debía encontrar una excusa para que el Papa declarase nulo su matrimonio. Alegó que el primer matrimonio que había contraído con su hermano Arturo hacía ilegal el posterior con él, pero Catalina se negó a colaborar. Estaba enamorada de su marido y, además, no podía permitir que la anulación de su matrimonio convirtiese a su hija María en ilegítima.





Así es como empezó el calvario de Catalina, que buscó el apoyo de su sobrino, el emperador Carlos V. Gracias a él el Papa se negó a conceder la nulidad matrimonial, pero Enrique perseveraba en su deseo de divorciarse. Carlos llegó a proponer a su tía declarar la guerra a Inglaterra, pero ésta se negó porque eso hubiese supuesto el derramamiento de sangre y el sufrimiento de sus súbditos y ella, como reina de Inglaterra, no podía permitirlo.





Finalmente, Enrique VIII decidió que si el Papa no le concedía la nulidad matrimonial sería él mismo el que lo hiciese. Así mandó recluir a su esposa, se casó con la joven noble Ana Bolena e hizo que el arzobispo de Canterbury declarara nulo su matrimonio anterior. Así rompió relaciones con el Vaticano y se autoproclamó jefe de la Iglesia de Inglaterra en 1534.





Catalina, que siempre se consideró la legítima reina de Inglaterra, enfermó y murió en 1536, siendo enterrada en la catedral de Peterborough con honores de princesa viuda y no de reina.





Había terminado la historia de Catalina, pero no la de su marido ni la de su hija. Enrique no consiguió tan fácilmente un hijo varón, y la obsesión por él le llevó a encadenar una tras otra un total de seis esposas de las que dos fueron juzgadas y condenadas a muerte por deseo del rey. La princesa María tenía, tras la muerte de su madre, un incierto futuro y tuvo que sufrir ser declarada ilegítima, apartada de la línea sucesoria y no se la casó con ningún noble o príncipe... pero sólo temporalmente porque ¿recordáis que he dicho que Catalina fue madre de una reina?

Fuente:






domingo, 22 de mayo de 2016

La emperatriz Isabel de Avis y Trastámara.

Isabel era hija de la infanta María de Trastámara -por tanto nieta de los Reyes Católicos- y el rey de Portugal Manuel I. Su boda con el emperador Carlos se había concertado por motivos políticos, pero los relatos de los cortesanos que conocieron a la pareja cuentan como ambos se enamoraron sinceramente al conocerse. El matrimonio tuvo seis hijos, entre los que se encontraba el futuro Felipe II.

Cuando el primero de mayo de 1539 Isabel falleció en Toledo tras dar a luz a su sexto hijo, dejó a su primo y esposo, el emperador Carlos V, en el más absoluto desconsuelo. Tras trece años de matrimonio el enlace concertado entre las dos familias, los Habsburgo y los Avis, había resultado todo un éxito tanto en lo político como en lo personal. Carlos V no había dudado en delegar las tareas de gobierno en su esposa durante sus prolongadas ausencias de la Península, demostrando ésta su valía política e inteligencia.

De regreso a sus obligaciones al frente del gobierno del estado, no volvió a casarse jamás y pocas mujeres ocuparon la atención del emperador, quizá el caso más conocido sea el de Bárbara Blomberg, madre del futuro Don Juan de Austria, permaneciendo siempre presente en su memoria una profunda añoranza por su malograda esposa. Para mantener vivo este recuerdo, Carlos V encargó a diversos artistas la realización de varios retratos; bien en forma de lienzo, de escultura de bronce o de relieves en mármol, siempre con la imagen de Isabel como protagonista.

De entre todas estas creaciones es, sin duda, el retrato que realizó Tiziano en 1548 la obra más conocida de todas, por la que el emperador siempre sintió un especial aprecio y que acompañó a éste en sus últimos días en su retiro de Yuste.



Tiziano se valió de un retrato previo de la emperatriz que, como recordaremos, hacía casi diez años que había desaparecido.
Podemos imaginar la dificultad que, para un retratista de la talla de Tiziano, supuso la realización de un encargo de estas características.


Cuentan el encargado de escoltar sus restos mortales hasta Granada para su entierro fue su caballerizo Francisco de Borja, duque de Gandía. Francisco, enamorado platónicamente de la emperatriz, tuvo que cumplir con la costumbre de asegurarse de que el cuerpo estuviese verdaderamente en el ataúd antes de darle sepultura, y la impresión que le causó ver el estado de la que fue una de las mayores bellezas de su época sólo le permitió afirmar "No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso".

Después de este trance, juró no volver a servir a ningún señor que pudiera morir, ordenándose jesuita tras la muerte de su esposa y dedicándose al servicio a Dios que le llevó a ser declarado santo con posterioridad.


sábado, 21 de mayo de 2016

Triste España sin ventura.

El cuatro de octubre de 1497 falleció el infante Juan, heredero de los Reyes Católicos. Único hijo varón de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, se perfilaba como uno de los más poderosos monarcas cuando sucediera a sus padres, que le habían dado una educación esmerada que le convirtió, además de en un estadista muy preparado, en uno de los príncipes más cultos de Europa.

Un importante compositor de la corte de los Reyes Católicos creó esta canción para recordar este triste hecho.




Triste España sin ventura,
todos te deben llorar.
Despoblada de alegría,
para nunca en ti tornar.

Tormentos, penas, dolores,
te vinieron a poblar.
Sembróte Dios de placer
porque naciese pesar.

Hízote la más dichosa
para más te lastimar.
Tus victorias y triunfos
ya se hubieron de pagar.

Pues que tal pérdida pierdes,
dime en qué podrás ganar.
Pierdes la luz de tu gloria
y el gozo de tu gozar

Pierdes toda tu esperanza,
no te queda qué esperar.
Pierdes Príncipe tan alto,
hijo de reyes sin par.


Llora, llora, pues perdiste
quien te había de ensalzar.
En su tierna juventud
te lo quiso Dios llevar.

Llevóte todo tu bien,
dejóte su desear,
porque mueras, porque penes,
sin dar fin a tu penar.

De tan penosa tristura
no te esperes consolar.

viernes, 20 de mayo de 2016

Beatriz Galindo la Latina.


Beatriz Galindo. Fuente.

Beatriz Galindo, llamada «la Latina» fue una escritora y humanista española, preceptora de la reina Isabel la Católica y sus hijos. Fue una de las mujeres más cultas de su época.

Beatriz Galindo (Salamanca, c. 1465 – Madrid, 23 de noviembre de 1534), nació en una familia de hidalgos de origen zamorano. De entre sus hermanas, fue elegida para ser monja, para lo que sus padres decidieron que tomase clases de Gramática en una de las instituciones dependientes de la Universidad de Salamanca. Mostró grandes dotes para el latín, no sólo en la traducción y lectura de los textos clásicos, sino que también era capaz, a los quince años, de hablar con gran corrección en esta lengua. Se cree que fue alumna del gran Elio Antonio de Nebrija y que llegó a impartir clases en la Universidad de Salamanca. Su fama se extendió primero por la universitaria Salamanca y después por todo el reino y empezó a ser conocida como «La Latina». En 1486, cuando se estaba preparando para ingresar en el convento como monja, fue llamada por la reina Isabel la Católica a la Corte, nombrándola camarera personal de la reina y ocupándose de enseñar latín a las infantas Isabel, Juana, María y Catalina.


Firma de Beatriz Galindo. Fuente.


Su presencia en la Corte no se limitó únicamente a sus labores como preceptora de latín, sino que la monarca también apreciaba mucho sus consejos.

En 1491 contrajo matrimonio con el capitán artillero y consejero de los Reyes Católicos Francisco Ramírez de Madrid, boda para la que los Reyes Católicos le dieron una cuantiosa dote. Tuvo dos hijos, Fernán y Nuflo. Enviudó en 1501, retirándose de la corte y asentándose su residencia en Madrid, el que hoy es el Palacio de Viana.

Se le debe la fundación del Hospital de la Concepción en 1499, conocido como Hospital de la Latina y que terminaría por dar nombre al barrio madrileño en el que se encontraba y también de casas para la educación de niñas pobres que ella misma dirigió. Se le atribuyen poesías latinas y unos Comentarios a Aristóteles, aunque también había estudiado teología y medicina.



Monumento a Beatriz Galindo en el barrio de la Latina, Madrid. Fuente.


Lope de Vega se hizo eco de su virtud, dedicándole estos versos:


“Aquella latina
que apenas nuestra vista determina
si fue mujer o inteligencia pura
docta con hermosura,
y santa en lo difícil de la corte
¡Mas que no hará quien tiene a Dios por norte!”


martes, 17 de mayo de 2016

lunes, 16 de mayo de 2016

El Tapiz de Bayeux.



El Tapiz de Bayeux o tapiz de la reina Matilde es un gran lienzo bordado de unos setenta metros de longitud, realizado en el siglo XI, que relata mediante una sucesión de imágenes con inscripciones en latín los hechos que precedieron a la conquista de Inglaterra por los normandos, en conmemoración de la batalla de Hastings (1066). Las imágenes se han realizado con lanas azules, rojas, verdes y amarillas sobre una tela de lino de aproximadamente medio metro de longitud.




viernes, 13 de mayo de 2016

Música árabe.

En Arabia la población beduina carecía de grandes riquezas materiales. Su vida era austera y muy dura, pero una de sus pasiones era la poesía. Consideraban su lengua la parte más valiosa de su herencia cultural.

Esa pasión por la poesía y la narración de historias se extendió a la música, que acompañaba a los relatos de amor, aventuras y desventuras. El fragmento que podéis escuchar es de la cantante más famosa y más querida de música tradicional árabe en Egipto.


viernes, 6 de mayo de 2016

Música carolingia

¿Cómo sonaría la música en época del emperador Carlomagno?

miércoles, 4 de mayo de 2016

Beatriz de Dia.



Beatriz, Condesa de Dia, vivió en el sur de Francia durante el siglo XII, un período favorable para la independencia económica de las aristócratas puesto que las leyes locales les permitían tener propiedades. Ellas eran las que dirigían los asuntos familiares mientras sus esposos combatían en las cruzadas, consiguiendo gradualmente mayor autonomía. Era hija de Isoardo II de Dia y esposa de Guillermo de Poitiers, conde de Vienne.

De los veintitrés poemas y cuatro canciones que han llegado a nosotros de las trovatrices o trovairitz (mujeres que componían versos y canciones como lo hacían los trovadores hombres) cinco poemas y dos melodías son de Beatriz.
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http://www.musicaantigua.com/la-condesa-de-dia-la-misteriosa-trovadora-medieval/

Iglesia de San Vital en Rávena.

En este vídeo podéis visitar virtualmente una de las iglesias bizantinas más conocidas, por los impresionantes mosaicos que decoran sus paredes, la iglesia de San Vital en Rávena.

martes, 3 de mayo de 2016

Música bizantina.

Los habitantes de los Imperios que estamos estudiando tenían unas formas de vida muy diferentes a las nuestras en muchos aspectos. Una faceta de la vida cotidiana muy importante era la música. Con ella celebraban sus momentos felices, llenaban su tiempo de ocio como hacemos nosotros, y honraban a sus dioses. Por eso iremos viendo fragmentos musicales de las culturas que estudiemos.

Las composiciones musicales bizantinas más importantes son las religiosas, como ésta: