miércoles, 29 de septiembre de 2021

Grandes personajes: Wamba.




Vimos en la entrada sobre los godos cuando hablamos de las invasiones bárbaras y la debilidad del Imperio Romano la lista de reyes visigodos que nuestros abuelos debían aprender en el colegio.

A la hora de escoger uno de ellos para hablaros de su vida dudé entre Recaredo (que se convirtió al catolicismo), Recesvinto (porque suya es la corona más impresionante del tesoro de Guarrazar), don Rodrigo(que luchaba por el trono cuando llegaron los musulmanes a la Península)... pero he terminado decidiéndome por Wamba (rey entre el 672 y el 680).

No conocemos demasiado sobre su origen, algunos de los relatos que sobre él no llegan antes de su acceso al trono parecen más leyendas que sucesos reales. Unos dicen que era un campesino al que ofrecieron la corona tras la muerte del rey Recesvinto, puesto que había una profecía que indicaba que encontrarían al rey comiendo en una mesa de hierro y se cruzaron con él los nobles mientras comía apoyado en su arado de hierro tras trabajar sus campos.

Otros dicen que era un noble y que puede que estuviera emparentado con Recesvinto.
Lo que sí parece cierto es que en un primer momento Wamba no quiso la corona por su avanzada edad, ya el cargo requería ser enérgico y estaba expuesto a las conjuras de una corte que no dudaba en intentar asesinar a sus monarcas para ocupar su puesto. Pero los nobles le obligaron a ello y su elección se demostró muy acertada. Wamba resultó ser un buen monarca y un militar muy capaz que dedicó su reinado a sofocar revueltas y someter levantamientos de nobles.

También reformó el ejército y la Iglesia, controlando los privilegios de nobleza y jerarquía eclesiástica. Por ello es considerado el último gran rey visigodo, tras el que llegó la decadencia.

¿Cómo abandonó el poder? ¿Murió de manera natural? ¿Le asesinaron como era tan común entre las cortes germánicas? La historia del fin del reinado de Wamba es una de las más curiosas de la historia de nuestra Península.

En vez de asesinarle con veneno o armas, los nobles que querían recuperar el poder que Wamba les había quitado se conjuraron para deponerlo, e idearon un peculiar pero muy efectivo plan. El Liber Iudiciorum era la recopilación legal por la que se regían los visigodos, y en él se establecía que los monjes no podían reinar. Así que vertieron un narcótico en la bebida del rey y éste cayó en un profundo estado de inconsciencia que la corte interpretó como el coma que precedía a la muerte. Rápidamente sus sacerdotes se dedicaron a tonsurarle (afeitar la parte de la coronilla como era común en los frailes) y vestirle con un hábito de religioso, para que junto con la extrema unción el rey pudiera ir al Paraíso tras su muerte.

Esta tonsura y hábito lo convertían en fraile, lo que impidió que siguiera en el trono cuando despertó de su sueño y le obligó a retirarse a un convento hasta su muerte mientras el noble Ervigio, cabeza de la conjura, conseguía el poder.



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