domingo, 3 de abril de 2016

Rómulo y Remo: la fundación mítica de Roma.

¿Qué pasó una vez que Eneas fundó Alba Longa? Que sus descendientes gobernaron la ciudad. Los últimos reyes de los que tenemos noticia fueron Númitor y su hermano Amulio.
Númitor era un buen rey, pero era envidiado por su codicioso hermano menor, Amulio. La ambición de éste le llevó a destronar a Númitor y dar muerte a sus hijos para evitar que pudieran disputarle el trono en un futuro, aunque fue piadoso con su sobrina Rea Silvia. Pensó que si ésta no tenía hijos, nada ni nadie podría arrebatarle la corona. ¿Cómo asegurarse de que la joven y bellísima Rea Silvia se quedase embarazada? Obligándola a ordenarse como vestal.

Las vestales eran las sacerdotisas más respetadas de la ciudad, las que poseían mayor independencia personal y poder... pero debían servir durante treinta años y ese tiempo debían permanecer vírgenes. Si se descubría que habían roto su voto de castidad eran castigadas de una forma espantosa, se las enterraba vivas.





La pobre Rea Silvia no pudo hacer nada cuando el dios Marte se sintió atraído por ella y la sedujo, dejándola embarazada. Una vez fue patente que Rea ya no era virgen, fue retenida y ajusticiada tras dar a luz a dos gemelos que recibieron el nombre de Rómulo y Remo. Númitor intentó deshacerse de ellos arrojándoles al río Tíber, pero su origen divino hizo que sobrevivieran y que una loba llamada Luperca los encontrara en la ribera y les amamantase en una cueva del  monte Palatino.



Poco después un pastor encontró a los pequeños y los crió como a sus hijos.




Cuando éstos fueron adultos y conocieron su origen, volvieron a Alba Longa, donde dieron muerte a su tío Amulio y devolvieron el trono a su abuelo Númitor.







Pero los hermanos no permanecieron en la ciudad de su abuelo, decidiendo fundar una nueva en la zona en la que habían sido criados. Cerca de la desembocadura del río Tíber había siete colinas: los montes Aventino, Celio, Capitolio, Esquilino, Palatino, Quirinal y Viminal. Rómulo y Remo discutieron sobre el mejor lugar en el que fundar la ciudad y decidieron recurrir a la adivinación. Los etruscos creían que observando el vuelo de las aves se podía saber lo que iba a ocurrir, así que ambos hermanos se dispusieron cada uno en la colina en la que querían asentarse. Remo sólo vio seis buitres desde su colina, mientras que Rómulo vio a doce desde el Palatino.
La fundación de una ciudad era una ceremonia solemne y con un rito religioso y mágico. Rómulo procedió a trazar con un arado los límites de la muralla de la nueva ciudad, dejando espacio sin arar en los lugares donde se encontrarían las puertas. Se creía que si alguien cruzaba ese surco de arado, la ciudad sería débil y podría ser fácilmente conquistada. Así que cuando el joven Remo, un poco celoso por el éxito de su hermano, cruzó este surco simbólico, fue asesinado por su hermano Rómulo, furioso por el insulto de su hermano y deseoso por evitar la mala suerte para su ciudad. A pesar de ello, Rómulo lamentó la muerte de su querido hermano, por lo que bautizó a la ciudad en su honor como Roma.



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